La Diputación de Gipuzkoa ha esperado a
que pasaran las elecciones autonómicas para hacer pública su decisión de
reabrir un vertedero para residuos sólidos urbanos en Mutiloa. No solo ha
esperado, sin duda para evitar un posible castigo en las urnas por parte de los
ciudadanos más directamente afectados, sino que ha realizado la tramitación en
pleno verano -la licitación tuvo lugar en agosto- a espaldas de los propios
ayuntamientos de Mutiloa y Ormaiztegi. Un ejemplo palmario, sin duda, de la
transparencia que caracteriza la "nueva gobernanza" que la Diputación
publicita tan generosamente con el dinero de todos.
El fuerte de Bonanza
foral
Esta (falta de) transparencia, unida a
la (nula) participación -recordemos en este sentido que la Diputación no solo
se ha opuesto al proceso participativo solicitado por GuraSOS reglamento en
mano, sino que ha pretendido que esa decisión no se pudiera siquiera recurrir-,
hace que la "nueva gobernanza" deba ser considerada simplemente como
un elemento más de la empalizada del fuerte de Bonanza en el que PNV y PSE han
convertido el palacio foral. Parapetados tras sus recios muros, aguardan a que
los indios/opositores a la incineradora se cansen de dar vueltas y desistan de
sus reivindicaciones.
Desde luego, en lo que al tratamiento de
los residuos respecta, la "nueva gobernanza" está orientada en
sentido contrario a la lógica europea. En lugar de reconocer, gratificar y, en
definitiva, mimar a quienes más reciclan, se les castiga. ¿Que las
mancomunidades de Debagoiena y Sasieta son las que más reciclan? Pues se
recompensa su esfuerzo con sendos vertederos, los de Epele (Bergara-Arrasate) y
Lurpe (Mutiloa), respectivamente, que las que reciclan poco no quieren en su
entorno.
¿Pero no decían que en
Gipuzkoa no había sitio para vertederos?
Quienes llevamos ya un tiempo haciendo
seguimiento de la problemática de las basuras nos hemos hartado de oír en los
últimos quince años de boca de los responsables forales proincineradores que
"Gipuzkoa carece de sitio para vertederos" (como si, por otra parte,
la incineradora no precisase de ellos). Recordemos que, durante la pasada
legislatura, PNV y PSE protestaban porque no se cerraban los vertederos
existentes (aunque es verdad que también cuando se cerraban, como en el caso de
Urteta). Muy especialmente se negaron a prolongar la vida útil del de Sasieta,
a pesar de que existía un proyecto para ello, y a veces lo hicieron en términos
casi épicos. Recordemos, por ejemplo, cómo se expresaban los jeltzales: “El PNV
tratará de impedir por todos los medios que Bildu vuelva a abrir Sasieta,
último vestigio de los vertederos, fiel reflejo del pasado al que nos quiere
retrotraer”. Y, mira por dónde, después de lograr su objetivo de cerrar
Sasieta, ahora se disponen a recuperar uno de esos “vestigios del pasado” a
apenas 4 kilómetros,
en Mutiloa. Eso sí, el nuevo vertedero -bastante más caro, por cierto, que el
proyecto de regulación de Sasieta-, está en manos privadas, concretamente de
Ferrovial.
En Gipuzkoa no había sitio para
vertederos, ni siquiera para un depósito de residuos inertizados, que no
dudaban en calificar como "vertedero", porque decían que las balas
podían seguir conteniendo "hasta un 10%" de materia potencialmente
contaminante. Y, de repente, ahora aparecen no uno sino por lo menos dos
lugares adecuados para acoger no ya residuos inertizados sino basura mezclada
(100 % contaminante). Casualmente, ambos están ubicados en Debagoiena y
Sasieta, mancomunidades que recogen selectivamente en torno al 70% de los
residuos domésticos que generan, y no en las que menos reciclan, las de Debabarrena
y Txingudi, que no sobrepasan el 40%. Estas dos mancomunidades, por cierto,
están presididas por compañeros de partido del Diputado de Medio Ambiente, José
Ignacio Asensio.
Solidaridad con quienes,
por pura comodidad, se niegan a reciclar
Este hecho por sí mismo pone de
manifiesto lo que de oportunistas y falaces tienen las apelaciones a la
necesaria "solidaridad interterritorial", porque la problemática de
las basuras se resolvería de manera más rápida, eficaz, económica, saludable y
sostenible si los municipios y mancomunidades que no alcanzan (porque no les da
la gana) los objetivos mínimos del 60% de recogida selectiva aplicasen las
mismas o parecidas recetas, de eficacia demostrada, que se utilizan en
Arrasate, Zegama, Segura o Bergara, por ejemplo.
El caso de Ormaiztegi, cuya población se
vería directísimamente afectada por el vertedero de Lurpe, es especialmente ilustrativo.
Se trata de uno de los municipios que ocupan la parte alta del ranking de
recogida selectiva de la Mancomunidad de Sasieta (cerca del 90%). ¿Y va a tener
que soportar de buen grado las molestias de un vertedero no para el rechazo,
para lo no reciclable, sino para lo que se ha convertido deliberadamente en no
reciclable porque, por pura comodidad, se ha recogido todo mezclado, en lugar
de hacerlo separadamente, como responsablemente hacen los vecinos del propio
Ormaiztegi?
¿Dónde queda aquí la gobernanza? ¿La
Diputación preguntará a los vecinos de Ormaiztegi y Mutiloa si quieren el
vertedero? No parece probable que lo haga, cuando ni siquiera les ha informado
de lo que estaba planeando.
Sin duda, en el fuerte de Bonanza foral la
familia política que lo dirige sigue parapetada en el oscurantismo y la
imposición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario